Este fin de semana pasado pasamos al horario de verano, pero es curioso que no pasa lo mismo en todo el mundo. Aquí mostramos un mapa mundial en el que mostramos en color azul aquellas zonas que practican el cambio de horario y en naranja y rojo aquellos que no:
Probablemente muchos de nosotros habremos notado este cambio más allá del reloj del ayuntamiento. Nos referimos al llamado reloj biológico.
Nuestro organismo esta sigue unos ciclos de 24 horas durante el cual varía el estado de actividad del cuerpo y el estado mental. Estos ciclos se consolidan con la repetición de ciertos hábitos día tras día a un tiempo más o menos determinado. De esta manera cada persona tiene unos hábitos ajustados a su horario de trabajo, sus horas de sueño, las horas de luz solar... regulados por el reloj biológico, que es independiente del reloj de agujas. Especialmente la melanina, relacionada con la luz del Sol, crea efecto en los neurotransmisores, que son responsables en parte del funcionamiento del reloj biológicos.
Así, cuando cambiamos la hora, nuestro reloj fisiológico se altera y dicho cambio puede generar sensación de cansancio general y/o insomnio. A esto se le llama Jet Lag.
El jet lag es aún mayor cuando se realiza un viaje hacia el este o el oeste, ya que los cambios de hora pueden ser mucho mayores que de una hora, llegando a provocar insomnio en plena noche y un profundo sueño y actividad mental baja en pleno día.
La única solución para solventar esto es adaptarse al nuevo horario en la medida de lo posible, también es muy importante señalar que la exposición al Sol durante el día es aconsejable para reducir este efecto. Aunque los primeros días nos sintamos más cansados de la cuenta, nos terminamos acostumbrando a lo nuevo.
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